La esencia de Frida impregnó la visita
Ivonne Melgar
BERLIN.— Bajo el amplio resguardo de la fridomanía desatada entre los berlineses, quienes en el primer día de la exposición de su obra armaron una fila de 3 mil espectadores, el presidente Felipe Calderón disfrutó aquí de los honores correspondientes a su visita de Estado.
La jornada inició con una ceremonia de bienvenida de corte militar en el Palacio de Bellevue, y alcanzó su momento más público durante la caminata vespertina por la Puerta de Brandenburgo, símbolo de la reunificación alemana.
Hubo en medio del protocolo un silencioso recuerdo por los caídos en la guerra y las víctimas de la violencia, cuando acudió al Monumento de la Nueva Guardia y un uniformado local interpretó con su trompeta Yo tuve un camarada, marcha luctuosa y popular en estas tierras y cuyo estribillo se refiere al mejor amigo que no volverá a encontrarse y que, en vida, “andaba a mi lado, bajo el mismo compás”.
Pero el acto que mayor interés concentró en los anfitriones fue el recorrido de Calderón y su comitiva por la muestra Frida Kahlo, retrospectiva, apenas inaugurada el miércoles.Un emocionado discurso compartió, en el museo Martín Gropius Bau, el Presidente mexicano al exaltar a la pintora como “un icono mundial del arte y de la fortaleza femenina”.
La llamó “mexicana universal”, “mujer irremplazable” que amó toda su vida y con gran fuerza a su padre, Guillermo Kahlo, fotógrafo nacido en Alemania.
Calderón traía consigo una copia del certificado de naturalización del artista avecindado en Coyoacán, y en el libro de visitas distinguidas del museo escribió que “Frida, no sólo por sus raíces sino por la fuerza de su arte, es vínculo entre Alemania y México”.
Abierta al público hasta el 9 de agosto próximo, la muestra reúne 150 obras, 45 de ellas de coleccionistas privados, así como documentos y objetos personales de la pintora.
“Amó a su padre, amó a Diego (Rivera), amó a muchísimas personas, pero sobre todo, amó al pueblo de México, amó la mexicanidad, amó sus raíces a través de su obra, que revalora lo mexicano, lo indígena, las tradiciones populares, y a la vez da un salto insólito hacia el arte moderno, que coloca a Frida, no sólo entonces sino ahora, a la vanguardia mundial”, exaltó Calderón.
La segunda y última jornada de Calderón por tierras germanas se inició bajo la lluvia en el Palacio de Bellevue, donde un sonriente y entusiasmado presidente Horst Köhler celebrara el buen español que sus compatriotas ensayaban, en su calidad de alumnos de la escuela bilingüe Franz Meyer, a la que también pertenecen los méxico-alemanes que habían confeccionado un lienzo con la bandera, el águila y el nopal.
“Estamos orando por usted”, le comentó Yolanda Meyer, una de las asistentes.
Las porras, bendiciones y saludos de los paisanos se extendieron más tarde hacia la explanada de Brandenburgo, donde, acompañado del alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y de su esposa, Margarita Zavala, recorrió este monumento ubicado en la Plaza París, construido entre 1788 y 1791 durante el reinado de Federico Guillermo II de Prusia.
Decenas de turistas atestiguaron el recorrido. Un joven le preguntó cómo se sentía, y respondió: “Berlín es una ciudad que refleja el espíritu constructivo de Alemania; es un lugar muy querido por todos nosotros”.
Más tarde tuvo reuniones privadas con actores políticamente afines: integrantes de la Fundación Konrad Adenauer y de la Unión Cristiano-Demócrata, partido de la canciller Merkel. Les contó de su estrategia de seguridad, que “ha debilitado las estructuras criminales, como lo revelan cifras récord en materia de decomisos vinculados al tráfico de drogas, además de diversos golpes asestados a bandas de secuestradores”.
Y es que al final del día se impuso la agenda mexicana de la delincuencia, tema que su anfitrión Horst Köhler abordó en la cena de Estado: “La democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos, valores compartidos por Europa y América Latina, forman nuestra base común. Pero no basta con reivindicar estos sublimes objetivos. Estos valores exigen un esfuerzo enérgico de nuestra parte. Con gran atención seguimos, señor Presidente, su lucha contra el crimen”.
BERLIN.— Bajo el amplio resguardo de la fridomanía desatada entre los berlineses, quienes en el primer día de la exposición de su obra armaron una fila de 3 mil espectadores, el presidente Felipe Calderón disfrutó aquí de los honores correspondientes a su visita de Estado.
La jornada inició con una ceremonia de bienvenida de corte militar en el Palacio de Bellevue, y alcanzó su momento más público durante la caminata vespertina por la Puerta de Brandenburgo, símbolo de la reunificación alemana.
Hubo en medio del protocolo un silencioso recuerdo por los caídos en la guerra y las víctimas de la violencia, cuando acudió al Monumento de la Nueva Guardia y un uniformado local interpretó con su trompeta Yo tuve un camarada, marcha luctuosa y popular en estas tierras y cuyo estribillo se refiere al mejor amigo que no volverá a encontrarse y que, en vida, “andaba a mi lado, bajo el mismo compás”.
Pero el acto que mayor interés concentró en los anfitriones fue el recorrido de Calderón y su comitiva por la muestra Frida Kahlo, retrospectiva, apenas inaugurada el miércoles.Un emocionado discurso compartió, en el museo Martín Gropius Bau, el Presidente mexicano al exaltar a la pintora como “un icono mundial del arte y de la fortaleza femenina”.
La llamó “mexicana universal”, “mujer irremplazable” que amó toda su vida y con gran fuerza a su padre, Guillermo Kahlo, fotógrafo nacido en Alemania.
Calderón traía consigo una copia del certificado de naturalización del artista avecindado en Coyoacán, y en el libro de visitas distinguidas del museo escribió que “Frida, no sólo por sus raíces sino por la fuerza de su arte, es vínculo entre Alemania y México”.
Abierta al público hasta el 9 de agosto próximo, la muestra reúne 150 obras, 45 de ellas de coleccionistas privados, así como documentos y objetos personales de la pintora.
“Amó a su padre, amó a Diego (Rivera), amó a muchísimas personas, pero sobre todo, amó al pueblo de México, amó la mexicanidad, amó sus raíces a través de su obra, que revalora lo mexicano, lo indígena, las tradiciones populares, y a la vez da un salto insólito hacia el arte moderno, que coloca a Frida, no sólo entonces sino ahora, a la vanguardia mundial”, exaltó Calderón.
La segunda y última jornada de Calderón por tierras germanas se inició bajo la lluvia en el Palacio de Bellevue, donde un sonriente y entusiasmado presidente Horst Köhler celebrara el buen español que sus compatriotas ensayaban, en su calidad de alumnos de la escuela bilingüe Franz Meyer, a la que también pertenecen los méxico-alemanes que habían confeccionado un lienzo con la bandera, el águila y el nopal.
“Estamos orando por usted”, le comentó Yolanda Meyer, una de las asistentes.
Las porras, bendiciones y saludos de los paisanos se extendieron más tarde hacia la explanada de Brandenburgo, donde, acompañado del alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y de su esposa, Margarita Zavala, recorrió este monumento ubicado en la Plaza París, construido entre 1788 y 1791 durante el reinado de Federico Guillermo II de Prusia.
Decenas de turistas atestiguaron el recorrido. Un joven le preguntó cómo se sentía, y respondió: “Berlín es una ciudad que refleja el espíritu constructivo de Alemania; es un lugar muy querido por todos nosotros”.
Más tarde tuvo reuniones privadas con actores políticamente afines: integrantes de la Fundación Konrad Adenauer y de la Unión Cristiano-Demócrata, partido de la canciller Merkel. Les contó de su estrategia de seguridad, que “ha debilitado las estructuras criminales, como lo revelan cifras récord en materia de decomisos vinculados al tráfico de drogas, además de diversos golpes asestados a bandas de secuestradores”.
Y es que al final del día se impuso la agenda mexicana de la delincuencia, tema que su anfitrión Horst Köhler abordó en la cena de Estado: “La democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos, valores compartidos por Europa y América Latina, forman nuestra base común. Pero no basta con reivindicar estos sublimes objetivos. Estos valores exigen un esfuerzo enérgico de nuestra parte. Con gran atención seguimos, señor Presidente, su lucha contra el crimen”.